Exposición Escultura de Jesús Tibaduiza

Esculturas: Un viaje al infinito a través de la escultura de Jesús Tibaduiza

La Sala de Exposiciones de la Biblioteca Comfenalco Quindío no es solo un espacio físico, hoy, se convierte en una puerta abierta a lo desconocido, a lo insondable. Al cruzar ese umbral, nos encontramos con un universo en expansión, una serie de esculturas que desafían nuestra percepción de lo real, que nos invitan a mirar hacia arriba, hacia lo infinito. Es la obra de Jesús Tibaduiza, un escultor que, con manos expertas, ha logrado transformar el metal en un lenguaje, en un poema visual que nos conecta con el cosmos.

La primera impresión al ingresar es motivante. Las formas se entrelazan, se estiran, se doblan, y el aluminio, tan frío y rígido en su naturaleza, se convierte en algo vivo, casi orgánico. Cada pieza parece tener su propio ritmo, su propio latido. Y es que, si algo caracteriza la obra de Tibaduiza, es la capacidad de hacer palpable lo intangible, de transformar la fría geometría en una danza visual que parece fluir hacia la eternidad.
Jesús Tibaduiza no es un artista que busque impresionar a primera vista con su virtuosismo técnico, su obra va más allá de eso. Formado bajo la rigurosa enseñanza de Edgar Negret, Tibaduiza no solo heredó una técnica depurada en el trabajo del metal, sino una visión más profunda del arte. Mientras que Negret miraba la tierra, sus formas influenciadas por la naturaleza andina, Tibaduiza gira su mirada hacia las estrellas. En su mente, el infinito no es solo un concepto abstracto, sino una invitación a explorar las infinitas posibilidades de la creación.

Se trata de una exposición abierta al público de forma gratuita que busca estimular nuevas audiencias para extender el trabajo de artistas como Tibaduiza, que con maestría expresa un talento plasmado en sus magníficas obras.

Sala de exposiciones de esculturas

Al observar las esculturas, uno no puede evitar pensar en el universo. Las piezas, ensambladas con una precisión casi matemática, se despliegan ante el espectador como si fueran partes de una constelación, de un sistema estelar aún por descubrir. En cada módulo de aluminio, en cada tornillo y tuerca, parece latir una historia que transciende el espacio y el tiempo. Las curvas y las flejadas, los ángulos y las torsiones, nos hablan de la vastedad del cosmos, de la complejidad de los sistemas que rigen nuestra existencia.

Tibaduiza ha logrado, de alguna manera, materializar lo que muchos solo pueden imaginar. Sus esculturas no son solo objetos; son artefactos que nos invitan a viajar, a atravesar una frontera entre lo conocido y lo desconocido. Al observarlas, uno no puede evitar sentirse pequeño ante la magnitud del universo que se abre ante sus ojos. Y, sin embargo, hay algo profundamente humano en esas formas: una conexión con el ser, con lo que somos y lo que podríamos llegar a ser.

En un rincón de la sala, una escultura llama la atención. Es una pieza más compleja, más densa, que parece combinar todo lo que el escultor ha aprendido a lo largo de su carrera: el uso del metal, la geometría, la abstracción. Es una representación del infinito, pero también es un reflejo de la creación misma, algo que surge de la nada, que se construye paso a paso, que se expande, que crece.

Sala de exposiciones de esculturas

Es imposible no pensar en el acto de creación como una metáfora de la vida misma. Tibaduiza, con su trabajo, nos recuerda que cada forma, cada estructura, es un proceso continuo, una búsqueda interminable. En la sala, entre las esculturas, el tiempo parece detenerse. Nos invita a detenernos también, a observar con atención los detalles, los pequeños giros, las sutilezas que hacen que cada pieza sea única.

La exposición no es solo una muestra de la técnica de Tibaduiza; es una invitación a reflexionar sobre el arte, la vida y el cosmos. Al caminar entre sus esculturas, uno se da cuenta de que el arte tiene el poder de hacer visibles las cosas invisibles, de hacer tangibles lo intangible. Cada pieza, por más abstracta que sea, está cargada de significado, de emoción, de historia. Y es que, al final, no se trata solo de lo que vemos, sino de lo que sentimos.

En el recorrido, uno puede percibir algo más que formas geométricas. Se percibe el alma del artista, su pasión, su conexión con el universo. Tibaduiza ha logrado, con gran maestría, crear un puente entre la ciencia y el arte, entre la razón y la emoción, entre lo material y lo intangible. Su obra es un reflejo de su propio viaje personal, un viaje hacia lo infinito, hacia la inmensidad del ser.

Sala de exposiciones de esculturas

Esculturas, la exposición de Jesús Tibaduiza que se presenta en la sala de exposiciones de la Biblioteca Comfenalco en Armenia es un viaje visual, sensorial y emocional hacia el cosmos, una experiencia que nos invita a cuestionarnos, a reflexionar, a explorar. Y, quizás, en el proceso, a descubrir algo más profundo sobre nosotros mismos.

Estará abierta al público hasta el próximo 24 de octubre.