una compania peluda

Una compañía peluda

Alejandro Castaño
Cologio Comfenalco Quindío – 9A

En enero de 2016, yo deseaba mucho tener una mascota y siempre le pedía a mis papás adoptar un gato. Por la cuadra donde vivíamos se empezó a ver un gato que habían abandonado; estaba muy lastimado y con ceguera en un ojo por el maltrato. Era muy bonito, con un pelaje blanco y negro, parecido a un traje.

Decidimos adoptarlo y lo llamé Tom; le puse ese nombre porque me gustaba mucho la serie Tom y Jerry. Adoptarlo me dio mucha alegría porque, además de que quería una mascota, le dimos una familia. Luego de tenerlo aproximadamente un año, lo llevamos al veterinario por su ojo, y nos dimos cuenta de que no estaba ciego, sino que tenía una catarata, pero podía ver. También nos enteramos de que era hembra, pero ya al haberlo llamado “Tom” tantas veces, decidimos dejarlo así.

En 2022 tuvo una pelea con otro gato y contrajo sida felino. En ese momento él casi se muere, pero con muchos medicamentos logró vivir. Todo parecía estar bien, hasta que a mediados de 2024 le descubrimos unos tumores. No había mucho que hacer y, además, por ya tener entre 12 y 14 años, no tenía fuerzas. El 16 de diciembre de ese año decidimos aplicarle la eutanasia para no alargar su sufrimiento. Ese mismo día lo enterramos y fue devastador saber que no lo volvería a ver.

Para mí es importante saber cuándo hay que dejar ir a las mascotas o seres queridos, ya que, por mucho que uno los quiera, es muy egoísta tenerlos sufriendo solo para no pasar luto o no estar sin ellos.