Mirador del quindio complices de un territorio bello y sublime

Miradores del Quindío, cómplices de un territorio bello y sublime

El departamento del Quindío posee una singular belleza natural y un clima privilegiado. Su geografía nos regala diversos paisajes en el más sencillo recorrido dominical; basta detenerse en cualquier lugar para asombrarse con las formas y los colores del campo. Esos escenarios desde los que se impacta nuestra vista se constituyen por sí solos en miradores. Otros se han construido para dar la sensación de estar observando desde el aire la variedad de cuadros que cautivan mente y espíritu.

Ahora abundan estructuras hechas por el hombre, como el mirador de la mano de Acaime, en Cocora; el mirador en las manos de Dios, en Salento; la colina iluminada, en Filandia, o el mirador del Parque del Café, en Montenegro, pero también aquellos espacios que se van construyendo de manera imprevista por viajeros que en cualquier paraje se detienen a admirar el panorama, como el tradicional alto de la Cruz, también en Salento, al que se puede ascender por una escalera de 238 escalones, a lo largo de los cuales se hallan las estaciones del viacrucis.

Desde la cordillera Central, los municipios de Calarcá, Salento, Córdoba, Buenavista, Pijao y Génova contienen miradores naturales que nos ofrecen una visual como si nos encontráramos suspendidos en el aire. Asimismo, Filandia hace gala de una obra elevada en forma de faro y cuya estética es el abrebocas de la belleza que se contempla en el ascenso. Arriba se logra divisar tanto Pereira, Cartago, Salento y La Unión como una variedad de tonos verdes que sobresalen entre bosques andinos biodiversos.

mirador para ver en el quindio

Desde el alto de Peñas Blancas, en Calarcá, se observan varios municipios, como la Villa del Cacique, la Ciudad Milagro, Montenegro, Quimbaya, Circasia y Filandia; y, en lo más alto, en límites entre Calarcá y Córdoba, en la reserva La Sonadora, confluyen valles y picos de este territorio cafetero que nos dejan ver a Pereira y algunos municipios del norte del Valle, interrumpidos por el viento fresco de la montaña.

Una mirada al sur

El municipio de Buenavista es un excelso mirador natural; Pijao posee la magia de los paisajes en sus montañas; el trayecto a Génova permite disfrutar de cascadas y lugares espléndidos a borde de carretera, y, como si se tratara de un escenario sin fin, todo se fusiona en un oasis de placeres visuales que se entremezcla con olores, sabores y sentimientos, para provocar la admiración por el territorio.

Del mismo estilo es el recorrido para llegar a Córdoba, cuyo acceso tradicional se inicia desde Rioverde, pasando por el Centro Nacional para el Estudio del Bambú Guadua, o desde Calarcá, por la alta montaña, comunicándose con Pijao y Génova, recorrido que obliga a la contemplación del paisaje primitivo, allí donde el tiempo se detiene.

Nombrarlos uno a uno es una tarea que invita siempre al descubrimiento de lo bello y lo sublime. Los miradores de la Secreta y de la avenida Centenario, en Armenia; Chakana, en Calarcá; Cansa Perros, en el ascenso a La Línea; el del Jardín Botánico del Quindío, en Calarcá; el de Baena, en Génova; el de Pueblo Tapao; La Perlita, entre Quimbaya y Alcalá; el de Puerta al Cielo, en Circasia; el alto del Roble, en la vía que conduce de Armenia a Pereira; el valle de Maravélez, en La Tebaida, entre otros, son sitios que nos muestran la belleza natural y paisajística del territorio cafetero.

La cima siempre nos convoca al encuentro espiritual. Así como nuestros aborígenes buscaban los lugares más encumbrados para convertirlos en santuarios, nosotros solazamos la vista para sentir que somos privilegiados en medio de un paraíso que disfrutamos con verdadero placer.