
¡Luces, cámara, creación! Te atreves a llevar el cine al aula
- ad-q-asomos
- 10 septiembre, 2024
- Bienestar, Educación
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En 1909, llegó a Colombia el ilusionismo proyectado en cintas. Destrezas técnicas y talento humano dieron lugar a lo que hoy conocemos como el séptimo arte. El cine nos ha acompañado durante 115 años, en una especie de maridaje multimodal al combinar elementos visuales, verbales y sonoros que despiertan nuestros sentidos. Sin embargo, hay un entorno que aún le resulta difícil conquistar: el educativo. Si hay tantas películas inspiradas en los procesos de enseñanza y aprendizaje, ¿por qué no llevar la cinematografía a los salones de clase? Esta pregunta no debe interpretarse como una ausencia total; por el contrario, largometrajes y cortometrajes son herramientas que usamos ocasionalmente, pero pareciera que su finalidad es solo entretener.
Esto revela el temor que sentimos algunos docentes ante la pregunta ¿y ahora qué hago? Al terminarse la magia en pantalla, las posibilidades didácticas parecen desaparecer. Pocas veces preparamos a nuestros estudiantes para el antes, el durante y el después de la apreciación de un discurso audiovisual, lo que lleva a otro estigma: ¿realmente el cine sirve como herramienta pedagógica? La esencia crítica, creativa y reflexiva del cine nos da una respuesta afirmativa; en otras palabras, es una forma de captar la realidad a través de una lente ideológica que va más allá de la cámara, una lente que inspira, incomoda y sacude. Cuando esto sucede, en el aula se generan tensiones que dan lugar a opiniones formadas mediante nuevos lenguajes.

¿Por qué y para qué llevar los discursos cinematográficos al aula?
Vivimos en un mundo mediatizado, y la educación no es ajena; las pantallas se han vuelto extensiones de nuestros jóvenes. Todo el tiempo, de manera inconsciente, son usuarios y/o creadores de discursos multimodales. En el siglo XXI ha emergido el prosumidor, un productor y consumidor de videos, canciones, sitios web y películas. Este nuevo actor ha puesto en el foco académico una óptica diferente sobre las necesidades de nuestros estudiantes. Al llevar los discursos cinematográficos al aula, respondemos a la educación para la vida, conectando actitudes empíricas con aptitudes técnicas para que el nuevo prosumidor sea consciente de los discursos que lo rodean.
Estas son las razones para usar estos discursos en clase. ¿Pero para qué? Su finalidad es significativa si se realiza con la rigurosidad necesaria, ya que la cinematografía va más allá del entretenimiento al ser un producto inspirado en percepciones ideológicas reproducidas a través del arte. Esta unión potencia las capacidades críticas de nuestros estudiantes, así como su empatía y facilidad para comprender otros contextos. Como lo afirma la lingüista Neyla Pardo:
Los discursos no solo representan acciones o acontecimientos propios de la vida de una sociedad, sino que evalúan, atribuyen, justifican y, en general, legitiman los aspectos de la realidad representada, con el propósito de convertir lo expresado en un asunto relevante en la práctica social (2012, p. 46).
De este modo, la confrontación del espectador con la proyección convierte el acto de observación en una adaptación propicia para el desarrollo del pensamiento analítico-reflexivo. Al llevar el cine al aula, rompemos con la cultura del silencio (Paulo Freire, 2005); a través de la motivación y la multiestimulación, los jóvenes pueden apreciar otras posturas al mismo tiempo que plasman las suyas.

Formas de desarrollar el pensamiento crítico a través del cortometraje
Centrémonos ahora en los elementos que aparecen en escena para demostrar la criticidad del docente, debido a que se requiere una selección adecuada de lo que llevamos a clase. Además, existen muchos factores que influyen en esa decisión: edades, intereses y tiempo son parámetros clave. El cortometraje presenta una alternativa viable al abordar variedades de temas en tiempos cortos (un máximo de 40 minutos), experimentar con diversas técnicas, manejar la economía del lenguaje, el suspenso, y mantener la sorpresa del espectador hasta el final.
Hay que mencionar, además, los beneficios de los cortos para incentivar el pensamiento crítico mediante una didáctica participativa que incluye a los jóvenes como directores, productores, guionistas y protagonistas, quienes llevan sus imaginarios de opiniones espontáneas a nuevas «producciones escritas o visuales que exploten el sentido de la obra, sean apropiadas por el grupo y compartidas sus nuevas valoraciones, ya que esto, finalmente, es apreciar el evento cinematográfico» (Silva, 2021, p. 11), con el fin de poder crear discursos que sean críticos, analíticos, reflexivos y justificados, a partir de los niveles cognitivos, morales y expresivos. Eso ayudará a los educandos a encontrar el equilibrio entre el entendimiento de los discursos para que se sientan parte de ellos, desde la autonomía de sus interpretaciones y nuevas percepciones.

Encuadres provocativos a múltiples actores educativos
Finalmente, no podemos desconocer la novedad que existe en estas nuevas formas de educación mediática. Los discursos multimodales, como los cortometrajes, incentivan a nuestros jóvenes al deseo innato de conocer y darse a conocer ante el mundo a través de la pantalla (pequeña o grande). Más aún, los impulsan a volverse actores significativos de sus procesos, desde el momento de la planeación hasta la apreciación de sus concepciones sociales. El analizar y crear cine «propicia el desarrollo de un espíritu crítico entre el alumnado: les hace pensar, hacerse preguntas, razonar y aprender a escuchar la opinión de los demás. En definitiva, ampliar horizontes y desarrollar un punto de vista propio sobre las cosas» (Coronado, 2021, p. 138).
Por consiguiente, lo expuesto en estas páginas es una invitación provocativa a perder el miedo, a acabar con la educación del silencio y a otorgarles a nuestros estudiantes lo que es suyo por derecho ante una necesidad social. Convertir el aula en un estudio de apreciación y grabación de la realidad es una forma de concientización crítica, de reflexión empática que involucre a docentes, directivos y padres de familia en pro de una educación que permita la magia de hacer cotidiana la frase de decir: ¡Luces, cámara, creación!
Nataly Materón Lasso