Historia-de-la-lengua-española

Historia de la lengua española I

Íberos, conejos, galos, gallos y cerveza

Fernando Ávila

En Iberia, ‘tierra de los conejos’, además de barro, había lama, y en ella saltaba el sapo, que parecía un guijarro escapado del aquelarre, hasta la cama, cerca de la gorra, al lado del barril y la palangana (palabras en negrilla son de origen íbero). Todo esto sucedía algún día del siglo IV a. C., antes de la llegada de los galos.

Los galos que, como ustedes verán, sí se parecen a los gallos, habitaban lo que hoy son Francia y Bélgica y parte de Suiza y Alemania. De esas tierras salieron a establecer relaciones comerciales con diversos pueblos, donde se fueron afincando. Identifiquémoslos por los nombres de los lugares de arribo. Llegaron a Portugal, nombre cuyo significado salta con solo descomponerlo, portu (‘puerto’), gal (‘galo’); Galicia, en el noroccidente de España, y Gales, en el centro de la hoy Gran Bretaña. También recordarán ustedes que san Pablo les escribió una carta a los gálatas, que eran los galos de Grecia, y que Falcao jugó con el equipo Galatasaray, del barrio que conserva como ninguno la cultura gala en Estambul. De paso, recuerden también que Uderzo creó un cómic muy famoso llamado Ásterix, el galo, llevado muchas veces al cine.

La llegada de los galos a la península ibérica, en el siglo III a. C., dejó en la lengua voces como añicos, brusco, becerro, brío, combo, dolmen, embajada, gabela, trincar, vasallo, ermita, que pueden verse en los diccionarios con esa u otras etimologías (origen), ya que hay diversas teorías y palabras de una lengua que se mezclan con las de otros idiomas sin hacer totalmente diáfano el comienzo de su uso. En todo caso, podría pensarse que los galos tomaban coñac y cerveza que guardaban en toneles por toneladas, al lado de los abedules, armando algún debate sobre el truhan que se pasaba de copas y volvía un trapo su camisa, antes de llevar en carro de ruedas por la vera la bebida atada con soga a la tasca del páramo, custodiada con algunas lanzas, por si acaso.

J. R. R. Tolkien, autor de El señor de los anillos, 1955, que fue llevada al cine en el 2001, usó mucho el galés, idioma actual derivado directamente del galo antiguo, para construir sus lenguas artísticas.

Hoy en día se llama galicismo a la palabra o locución francesa introducida al español, mientras no se adapta a la morfología propia de nuestro idioma. Por ejemplo, cassette era un galicismo usado en los años 70 y 80, hasta cuando llegó el CD. Se usaba el galicismo hasta cuando la Academia estableció la adaptación casete para escribirlo y decirlo en español.

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También se llama galos a los franceses, como se hace con otras culturas que se identifican con sus raíces más antiguas, íberos, a los españoles; aztecas, a los mexicanos; charrúas a los uruguayos, o borinqueños a los de Puerto Rico. Pues bien, al comienzo eso de galos no les sonaba mucho a los franceses, pues lo percibían como burla, más aún cuando quienes los identificaban como galos hacían entender burlonamente que eran gallos. Entonces, los franceses optaron por tomarlo por el lado bueno, y ellos mismos vieron la ventaja de ser unos gallos de pelea, como los de la selección de fútbol de ese país, que tomó como símbolo precisamente el gallo.